Misión cumplida, después de una primera consulta, ahora le vemos sentido al hecho de ir al psiquiatra. Quizá hayamos acordado empezar una psicoterapia. Los profesionales de salud mental tenemos claro que la psicoterapia es una de las herramientas fundamentales para el tratamiento de nuestros pacientes. Al evaluar un caso por primera vez, detectamos aquellos conflictos no resueltos, aquellos pensamientos que hacen daño o aquellos comportamientos que perpetúan un círculo vicioso. En definitiva, nos formamos una idea del núcleo del problema. “Esto necesita una psicoterapia” decimos, y los pacientes asienten, pues la terapia psicológica está ya más que arraigada en nuestra cultura.
Lo que no siempre aclaramos a nuestros pacientes es el
plan de tratamiento completo, es decir cuánto va a durar la
terapia. Normalmente con los fármacos lo tenemos más claro y
damos pautas concretas sobre cuándo tomarlos y durante cuánto
tiempo. Pero ¿qué pasa cuando pensamos que lo más apropiado es la
terapia? Los pacientes, en nuestra experiencia, no siempre preguntan
si no se lo explicamos. Y no debemos olvidar que en el imaginario
colectivo se encuentran cosas como ésta...
En realidad, cada vez se trabaja más en psicoterapia
con modelos denominados breves. Esto es así incluso en las
formas más actualizadas de psicoanálisis o terapia psicodinámica,
donde sigue existiendo el psicoanálisis clásico de años de
duración, pero cada vez más se trabaja con modelos centrados en un
problema concreto o foco. En estos casos, lo habitual es
dedicar aproximadamente entre una y tres sesiones a hacer una
completa evaluación del paciente. En ellas analizaremos el motivo o
problema por el que consulta, pero también datos relativos a su vida
pasada y actual, de manera que podamos hacernos a la idea de sus
fortalezas psíquicas, de los valores, dificultades, entorno... Y
así, terapeuta y paciente terminarán por definir una versión
o narrativa del problema sobre el que se dedicará el trabajo
psicoterapéutico.
Llegados a este punto, sería conveniente establecer el
contrato psicoterapéutico, es decir, una descripción de cómo
se desarrollará la terapia incluyendo duración de las sesiones,
frecuencia, y duración total aproximada del tratamiento. Como es
habitual en la asistencia sanitaria, donde manejamos nuestros
cálculos más por estadística que por cifras exactas, la duración
del tratamiento va a depender de cada caso concreto. Por eso, es muy
importante dedicar -si es necesario- hasta tres sesiones para tenerlo
lo más claro posible y afinar en la predicción de la duración. En
los modelos más recientes de terapias breves lo habitual es que
duren entre 15 y 24 sesiones, lo que vendría a ser entre 4 y
6 meses, siendo la frecuencia de las sesiones semanal en la mayoría
de los casos.
Una vez concluída la evaluación, el terapeuta debe
informar de sus conclusiones y establecer las características más
adecuadas para la terapia, de manera que si el paciente acepta pueda
ponerse el tratamiento en marcha.
El factor tiempo es clave en la manera en que todos
organizamos nuestra mente. Por eso, aportar datos acerca de la
duración estimada de la psicoterapia ayudará al paciente a tomar
parte de manera más activa, decidiendo de qué quiere hablar y qué
considera de relevancia. Dicho de otra manera, ayudará a impedir que
pasen años y años hablando del “sexo de los ángeles”.
Al igual que existen esas primeras sesiones de
evaluación, también es recomendable cuando la terapia va llegando a
su fin, y paciente y psicoterapeuta lo saben, dedicar un par de
sesiones a establecer un resumen y conclusiones de lo que se ha
trabajado. De esta manera facilitamos que el paciente se pueda llevar
una idea lo más sintentizada posible de su evolución, estado actual
y de las estrategias aprendidas que han posibilitado su recuperación.
Las claves:
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He necesitado psicoterapia en varios momentos de mi vida y la última vez actuaron como tu comentas, me dijeron tras las primeras sesiones cuántas serían necesarias para revaluar la situación y la verdad es que me parece mucho mejor, porque la incertidumbre también crea estrés.
ResponderEliminarMuchas gracias por compartir tu experiencia, nos ayuda mucho saber si lo que hacemos tiene resultados positivos y nos alegramos de que así sea. Últimamente se habla mucho de empoderamiento del paciente y ésta es una manera sencilla sin aplicaciones ni tecnologías. Simplemente tomarse unos minutos para ponernos en su lugar y anticipar lo que puede necesitar. Un afectuoso saludo.
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