domingo, 29 de diciembre de 2013

¿Contra quién peleamos en Navidad?

 En estos días navideños en los que nos encontramos, uno ha de enfrentarse a muchas contradicciones con uno mismo: ir a cenas de compromiso, comprar regalos para personas casi desconocidas, acabar en algún acto religioso y visitando belenes cuando uno es profundamente ateo... Por no hablar de lo contradictorio de los resultados: disfrutar enormemente en la a priori aburrida cena, o una sensación de indiferencia tras haber pasado horas planificando, comprando y preparando la que resulta en la velada perfecta. Y lo peor: no ser ni de lejos el primer año que nos vemos en estos avatares, pero vivirlo como si fuéramos principiantes.

En consulta, y en las urgencias hospitalarias vemos además casos más dramáticos relacionados con estas fechas, situaciones imposibles en las que los pacientes saben que no tolerarán esa celebración navideña sin un familiar querido, o con alguien con historia de problemas serios entre ellos. La lógica parece indicar que lo mejor es quedarse en casa... pero uno es consciente de que eso no le hará respirar tranquilo y puede que sufra más imaginando a los reunidos sin ellos. ¿No hay solución? ¿Puede la lógica racional guiar nuestra conducta y gobernar nuestras emociones? Cada vez más los que nos dedicamos a la mente tenemos más claro que no, y es motivo de horas de trabajo con nuestros pacientes. Cuanto antes lo aceptemos, mejor: somos irracionales.

Las contradicciones al fin y al cabo son el choque entre lo que por lógica haríamos, y el dictado de nuestras motivaciones y emociones, que es lo que llamamos irracionalidad. Precisamente el año pasado uno de los regalos navideños que recibí fue el libro del psicólogo y catedrático de Economía de Conducta Dan Ariely, titulado “Las trampas del deseo”. Me encantó y atrapó desde el primer momento porque demostraba empíricamente resultados de nuestra conducta en situaciones más o menos cotidanas y cuyo final sospechábamos de sobra si nos pararamos a pensarlo. En el campo de la Economía, desde hace unos años nuevas tendencias están intentando dar respuestas a la irracional conducta manifiesta que sin embargo se contrapone con los pilares básicos de la teoría económica estándar, como son la racionalidad en la toma de decisiones y el factor corrector de los mercados. Así surge la economía conductual, y entre otros resultados, esta fascinante obra divulgativa de Ariely, de la que se extrae la conclusión de que somos irracionales y además previsiblemente irracionales prácticamente en todas las facetas de nuestra vida. Pero como también se demuestra, puede que estos comportamientos ni sean aleatorios, ni carezcan de sentido.



Se dice que el ser humano es un animal que tropieza dos veces con la misma piedra. A veces incluso pareciera que las personas cometen errores repetidamente sin ser capaces de aprender demasiado de su propia experiencia. Y por otra parte, existe una tendencia social a considerar al hombre como un ser admirable, único, capaz de acciones y creaciones asombrosas, y portador de una racionalidad perfecta. ¿Cómo casar estas dos versiones casi contrapuestas e igualmente patentes? El camino lo han iniciado los que se dedican a la economía, pero como nos demuestra Ariely, queda mucha tela por cortar.
A lo largo de sus páginas, se intenta dar respuestas a algunas inquietantes preguntas como: ¿Por qué compramos cosas que no necesitamos? ¿Somos realmente dueños de nuestras propias decisiones? ¿Por qué una persona tiende a ser más honesta al pedírsele que recuerde los Diez Mandamientos? ¿Qué influye en que un producto nos parezca caro o barato? O ¿decidimos lo mismo cuando estamos sexualmente excitados que cuando no lo estamos?. Como el propio Ariely relata, un desafortunado accidente provocó que tuviera que pasar muchos meses en el hospital ocupando la posición de un observador neutral. Desde ese momento, su maquinaria de la curiosidad se disparó iniciando un viaje de sucesivos experimentos que demostraran las hipótesis que iba formulando su inquieta mente.

Los trece capítulos que estructuran el contenido del libro ostentan sugerentes títulos, siendo algunos ejemplos: “la verdad de la relatividad”, “la falacia de la oferta y la demanda”, “el coste del coste cero”, “el coste de las normas sociales” o “el efecto de las expectativas”. Uno por uno van revelando interesantes claves acerca del proceso de toma de decisiones que manejamos día a día, y de las complejas fuerzas emocionales, sociales... que influyen en él. Además, tras cada nuevo y sorprendente experimento, Ariely nos invita a la reflexión y a intentar extrapolar esos resultados a nuestra vida cotidiana. Lejos de dejarnos abrumados por la complejidad caótica que nos rodea, nos estimula a incorporar estos nuevos conocimientos y a utilizarlos en nuestro propio beneficio una vez hemos descubierto qué es lo que verdaderamente nos motiva.

Siglos de sabiduría popular sugerían el resultado de muchos de los experimentos que el texto contiene. Sin embargo, Ariely se encarga de demostrarlos de manera empírica, sencilla y sorprendentemente divertida. Y todo ello aderezado con un estilo comunicativo claro, conciso, y lo que es más de agradecer cuando hablamos de ciencia y ramas afines: entretenido.

Un libro muy recomendable, y una gran idea para regalar en estas fechas a todos los interesados en comprender un poco más la conducta humana, sin necesitar conocimientos profundos previos. Además, el autor ha publicado otras dos obras más relacionadas. La primera de ellas es “Las ventajas del deseo”, publicada en 2011 y continuación directa de esta obra prima, que versa acerca de cómo sacar partido a estos nuevos conocimientos adquiridos en el ámbito laboral y personal. Y la última, si cabe más interesante: “Por qué mentimos... en especial a nosotros mismos”. En esta ocasión, Ariely bucea en las profundidades de la psicología humana investigando los mecanismos que nos llevan a autoengañarnos y cómo nos protegemos de nuestras propias trampas. Pero como imaginaréis, este nuevo libro da para mucho, y quizá sea motivo de otro nuevo post el año que viene...


¡Feliz año 2014!

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