domingo, 17 de enero de 2021

3 en 1. El para qué del por qué.

Ilustr. Giovanni Frangi
Una reflexión rápida acerca de algo que pasa de cuando en cuando en consulta. 

Una persona sentada frente a mí sufre. Lleva tiempo pasándolo mal, con altibajos. Quizás no sea su primera terapia. En determinados momentos de desesperación levanta la mirada y me pregunta: 

···········
¿Por qué me pasa esto?, o bien... ¿por qué sigo haciendo lo que hago?
···········

A menudo cometía el error de tratar de dar una respuesta inmediata. Me preocupaba que se me viera tieso, con el silencio prendido de la boca. La experiencia me ha enseñado a seguir preguntando. 

¿Cómo que por qué?, ¿qué quieres decir? 

Ilustr. Giovanni Frangi
Un por qué interrogativo suele encerrar dentro de sí 3 posibles preguntas (quizás en el futuro descubra alguna más). Decantarse por una de ellas de inmediato sería un impulso condicionado por nuestro propio esquema de referencia. Seguir el impulso sin tomarse unos segundos para pensar sería no apreciar el cruce de caminos, o la salida de la autopista si es que la recorremos a toda velocidad. 

Las 3 preguntas encerradas en un por qué son:


1. ¿Cómo es que...? 

2. ¿Para qué? 

3. ¿Por qué cojones? 


1. La primera pregunta oculta en el por qué busca saber. Es la propia de la indagación curiosa de uno mismo. ¿Qué cosas han sucedido en mi vida, cómo han sido mis relaciones y modos de afrontarlas para que estemos en esta situación actual? Tal vez sea la menos frecuente de las preguntas que se le dirigen al terapeuta, no tanto por falta de curiosidad sino porque las personas suelen tener una idea bastante acertada del origen de su sufrimiento. Un recorrido conjunto por la historia de la persona permite reconstruir la secuencia de hechos, si es que existen lagunas. No está de más que alguien nos ayude a repasar nuestra historia con dos pasos de distancia, con otra voz, con otra mirada. 


Ilustr. Giovanni Frangi

2. La segunda es quizás de las menos intuitivas pero más fértiles en terapia. Sufres, sí, pero ¿para qué te sirve esto que te hace sufrir y de lo que te quejas?. ¿Qué función cumple en la trama de tu vida actual?, ¿qué beneficio aporta que impide que prescindas de ello ahora mismo?, ¿qué perderías si el malestar desapareciera?. A menudo nos resistimos a pensar que los síntomas o las conductas problemáticas sirven para algo. Pero casi todas las cosas que perduran en nuestra vida lo hacen por algún motivo. Casi todo tiene su cara y su cruz. Vale la pena analizarlo fríamente y descubrir el para qué de ese por qué. 


Ilustr. Giovanni Frangi

3. La tercera es muy habitual, pero rara vez se plantea en estos términos. Hay que escarbar para descubrirla. Surge la sospecha porque algo no cuadra. Parece que más bien la persona habla consigo misma, pero necesita a alguien de público para poder plantear la pregunta en voz alta. Se percibe un matiz de enfado, como si el silencio no fuese admisible como respuesta. Es el por qué que arraiga en la experiencia de la injusticia. ¿Por qué me tiene que pasar a mí esto?, ¿por qué no me he recuperado todavía?, ¿por qué me tienen que caer a mí todas las desgracias?, ¿por qué el resto de la gente parece llevar vidas felices y ordenadas?. Indica que nos resistimos a aceptar lo que nos está pasando. No lo queremos en nuestra vida bajo ningún concepto. No cuadra con nuestra imagen de nosotros mismos o nuestros proyectos. Algunos lo llaman "dolor sucio", la capa extra de sufrimiento que añadimos a nuestra vida cuando nos rebelamos furiosamente contra las circunstancias ("dolor limpio"). ¿Qué sería lo contrario?, ¿qué sería aceptar? Una paciente muy perspicaz me lo preguntó hace tiempo. Aceptar sería estar realmente dispuesta a pagar el precio. 

Ya sabéis. ¿Para qué?, ¿Cómo es que?, y ¿por qué cojones?

Cosas del lenguaje. Apariencias y cruces de caminos en la terapia.

Ilustr. Giovanni Frangi


1 comentario:

  1. ¡ENHORABUENA, ANABASIS!!!
    En este post habláis de un asunto "de mucho calado".
    Una persona que te plantea una pregunta así creo que tiene una alta probabilidad de haber vivido muchos silencios (y muchas ausencias/abandonos).
    En una situación así el silencio del terapeuta puede llegar a ser "revictimizador" (no me parece descabellado que quién ha hecho la pregunta piense "otro que no puede o no quiere oírme").
    GRACIAS!!! Me parece un tema que necesita mucha más "corteza prefrontal" de la que le estamos poniendo y un proceso de integración que requiere tiempo y esfuerzo. Está muy bien que se abra este debate.

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