La vida antes era así. |
Hace unos años
empezó a hablarse mucho de la oxitocina. Esta hormona era una
vieja conocida por sus funciones reproductivas, interviniendo en la
secreción de leche materna e induciendo las contracciones del parto.
Conforme se investigaba sobre ella se comenzó a prestar más
atención a otros efectos. Se vio que cumplía un papel muy relevante
en la interacción social, aumentando la confianza hacia otras
personas y reduciendo los temores hacia desconocidos. Pronto todo el
mundo comenzó a especular acerca del prometedor futuro que esta
molécula podría tener incrementando la empatía, como una especie
de “facilitador social”.
Se pensaba que
quizás podría ayudar en determinados casos de autismo, pero también
para favorecer la relación médico-paciente e incluso incrementar
las ventas al aumentar la sensación de complicidad entre los
compradores y una determinada marca. La sorpresa vino más tarde, de
la mano de varios ensayos en los que se
había demostrado algo inquietante: resulta que la oxitocina
incrementaba la empatía hacia las personas que catalogábamos como
similares a nosotros en algún aspecto (lo que llamamos endogrupo),
pero al mismo tiempo tendía a incrementar el rechazo hacia los
individuos que quedaran fuera del mismo, detectándose incluso
incremento de actitudes xenófobas e impulsos hostiles. Para muchos
investigadores fue un mazazo.
Comentamos esto
porque creemos que tenemos un gran problema en cómo intentamos
entender el funcionamiento del cerebro. Existe desde hace décadas
una cierta tendencia a localizar las funciones mentales en sitios o
elementos concretos de nuestro cerebro, y encasquetar a cada
sustancia su apellido particular. Cada cierto tiempo, en un intento
por simplificar las cosas, volvemos a versiones más o menos
elaboradas de frenología. Lo malo es que estas simplificaciones
calan rápidamente en el público general a través de la divulgación
y las secciones de ciencia de los medios de comunicación. Esto suele
llevar a malentendidos.
Ejemplo de sobresimplificación, extraído de una página de horóscopos (¿?) |
Así hemos hablado
-errando estrepitosamente- de la dopamina como “la señal
del placer”, la serotonina como el neurotransmisor “de la
felicidad”, o la oxitocina como la inductora “de la
empatía”... Sentimos una enorme necesidad de entender las cosas,
por complejas que sean, y eso nos lleva a agarrarnos a la primera
hipótesis o interpretación que surge. Este problema afecta
especialmente al área de la divulgación científica. Olvidamos (o
no dejamos lo suficientemente claro) que, por la forma en que debe
funcionar el método científico, estas explicaciones siempre van a
ser provisionales. Estarán ahí hasta que surja otra mejor o hasta
que se confirmen experimentalmente. Y hace tiempo que el modelo
localizacionista y unifuncional quedó desfasado.
Hoy tenemos algo
más claro (aunque estamos lejos de entenderlo bien) que el cerebro
funciona a través de circuitos o vías que se van activando unas a
otras, encendiendo de forma sincrónica zonas difusas, en
combinaciones que cambian según la función que se esté ejecutando.
La mayor parte del cerebro está en marcha incluso cuando no estamos
haciendo nada. Esto quiere decir que una región anatómica
determinada puede tener diferentes funciones en cada momento. Las
tareas de áreas como la amígdala, el hipocampo o la corteza
prefrontal se comparten y solapan, con matices diferenciales mínimos
que le dan a cada una su identidad. Nada tiene una única función,
lo cual dibuja un panorama que nos puede aturdir de entrada.
Representación de una columna cortical (10.000 neuronas) a través de un modelo computacional, dentro del proyecto Blue Brain. Se calcula que el cerebro cuenta con 86.000 millones de neuronas. |
Para entender la
diferencia entre ambos modelos creo que puede ser bueno ilustrarlos
con una metáfora.
Imaginemos que
vivimos en una gran ciudad. De esas en las que hay tanto tráfico a
motor que el cielo se oscurece en cuanto pasan 3 días sin lluvia. Si
un día, caminando, nos detenemos sobre uno de esos puentes que
sirven para cruzar las autopistas y miramos abajo veremos toda una
sucesión de diferentes modelos de automóvil. A toda velocidad se
nos cruzarán utilitarios de 4 puertas, todoterrenos, rugientes
modelos deportivos, alguna furgoneta, varios camiones,
motocicletas...
Uno podría
empezar a detectar unas determinadas características:
- Los todoterrenos parecen ideales para ir a la montaña, donde los caminos son abruptos.
- Los deportivos parecen estar hechos para saltarse los límites de velocidad.
- Las furgonetas sirven para transportar trabajadores y algo de material
- Los camiones serian estupendos para el transporte de mercancías...
Imaginemos que les
ponemos nombres:
- El todoterreno puede ser la everestina, la molécula de la aventura.
- Al deportivo lo podemos llamar superturbina, efector de la motivación.
- A la moto, quizás yosolina, mensajero de la autonomía.
- etcétera...
Si seguimos en el
puente y nadie ha avisado a la policía, llegados a este punto
tendremos bastantes hipótesis e incluso varios nombres para
referirnos a lo que vemos. Pero ahora viene lo importante:
¿Reconocer el
todoterreno y ponerle un nombre (everestina), nos ayuda a
entender por qué los fines de semana se emplea para conducir por
caminos de tierra cargando con toda la familia y la paellera, y por
qué el resto de la semana quizás lo conduce por la ciudad una
ejecutiva de cincuenta años que se dirige a recoger a sus hijos del
colegio?
Reconocer el tipo
de coche y asignarle una única función no nos permite entender en
qué consiste un atasco de la operación salida. Pensar que el camión
sólo tiene como función el transportar mercancía comercial (por el
hecho de que la mayoría lo hacen) nos va a impedir imaginar que a
veces transporta atracciones de feria, o droga, o gente secuestrada.
Ni siquiera te va a servir de mucho tener un mapa de carreteras, con
sus vías de circunvalación, sus radiales de peaje, etc, si no
puedes distinguir el papel funcionalmente diferente al nivel de la
ciudad que tienen el tráfico de la hora punta de un lunes, o la
quietud de un domingo por la mañana.
Lo que queremos
decir es que es necesario empezar a incorporar (también a efectos de
divulgación) una visión contextual de los elementos que participan
en las funciones cerebrales, entendiendo que pueden tener diferentes
funciones según el momento y el objetivo final. Para saber por qué
ocurre esto es bueno tener unas nociones de la historia evolutiva del
sistema nervioso, así como del surgimiento de diferentes moléculas
señalizadoras. Es bueno recordar que la selección natural es ante
todo eficiente (léase ahorradora), y si puede emplear una molécula para varias
funciones, aunque inicialmente sólo tuviera una, la versatilidad
acabará triunfando.
Probablemente, si
deseamos seguir avanzando, tendremos que empezar a confiar cada vez
más en la comprensión de los circuitos neuronales (conectoma), en
la visualización en vivo de actividad cerebral (en lugar de la
neuroimagen estática), así como en los modelos computacionales y el
uso de matemáticas avanzadas y análisis de sistemas no lineales.
Sólo de esta
manera podremos seguir enriqueciendo nuestro conocimiento de la
función cerebral, con modelos que hagan justicia a su complejidad,
versatilidad y dinamismo.
Porque hasta las
metáforas se nos pueden quedar viejas.
Estupendo!! Una explicación certera que lamentablemente no es la que se posee ni se divulga. Gracias!
ResponderEliminar¡Muchas gracias a ti por tu amable comentario!
EliminarQuizás, la acción "negativa" de la Oxitocina, como de otros neurotransmisores, se deba al tipo de combinación sináptica (con otros neurotransmisores y su intensidad... más allá de su acción excitatoria / hinibidora) en la que sin perder su liberación dominante, desemboca en dicho comportamiento. Bueno... es una hipótesis...
ResponderEliminarEstá claro que, en todo caso, el mecanismo es complejo, y no tan sencillo como a veces nos gustaría pensar.. ;)
Eliminarqué gusto un poco de saber científico, me ha encantado el artículo!
ResponderEliminar¡Muchas gracias Patricia por tu comentario, nos estimula mucho! Un saludo.
EliminarNuevamente chapó y muchas gracias!!!
ResponderEliminarMe han surgido algunas ideas durante la lectura de un texto científico, creativo e innovador en su presentación y sugerente.
No sé si conocéis a Charles S Pierce. Un filósofo americano de finales del XIX, creo... El plantea q la actitud adecuada ante la ciencia es la duda, ya que la ciencia es un proceso colectivo dinámico q no tiene fin...
Otra, si me permites, salvo que ulitizes el modelo basado en la creencia (que aunque no describe si está implícito en el por fin parido PSM CAM 2018-2020),que el cerebro son redes constituidas por vías neurales es una evidencia.. en revisión continua... Cada cerebro es un mundo, como cada persona...nunca existirá una prueba definitiva ni un conocimiento total de lo que está considerado el sistema más complejo existente... espero. Una buena entrevista clínica siempre va a proporcionar el contexto sobre el que leer pruebas que no tienen indicación en la clínica en muchas ocasiones (la posibilidad de que aporten datos necesarios para la intervención es muy pequeña)..
Acabo de momento... El artículo plantea preguntas!!!! ESTO ES MAS IMPORTANTE QUE DAR RESPUESTAS...
Lo de contextualizar estoy totalmente de acuerdo. Pero es una propuesta revolucionaria!!! Antineoliberal...
¡Muchas gracias Txala! Sí, enfrentar preguntas a las creencias tiene mucho de revolucionario... e incómodo. Un saludo.
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