domingo, 13 de octubre de 2013

Psicoterapia Integradora o ¿tienen estos señores algo en común?


Psicoterapia es el tratamiento de los problemas psíquicos a través de la palabra. Constituye la principal herramienta de trabajo de la mayoría de psicólogos y de muchos psiquiatras. Su historia se podría rastrear hasta algunas prácticas llevadas a cabo en la Grecia clásica, pero como técnica moderna podemos decir que nace con las observaciones del neurólogo vienés Sigmund Freud.

Desde entonces el árbol de la psicoterapia no ha dejado de crecer, brotando de su tronco las diferentes ramas o corrientes que hoy podríamos resumir en:

· Corriente Psicodinámica: heredera de la tradición psicoanalítica acuñada por Freud y sus discípulos. Busca el origen de los síntomas en conflictos psicológicos pasados y reprimidos.

· Corriente Cognitivo-Conductual: recoge los hallazgos de la psicología del aprendizaje (Pavlov, Watson, Skinner) para, tras incorporar un giro cognitivo (Beck, Ellis), acabar configurando un modelo que explicaría por qué determinadas conductas e ideas nocivas son aprendidas y automatizadas a pesar del perjuicio que nos ocasionan.

· Corriente Humanista: impulsada por Rogers, se basa en el potencial autosanador del individuo, ofreciendo una visión dinámica de la personalidad y centrada en el crecimiento a través de la superación de sucesivos obstáculos vitales.

· Corriente Sistémica: hace de los sistemas, y no los individuos, el objeto de su estudio, centrándose en el modo en que las relaciones (Watzlawick) pueden acabar generando o resolviendo la problemática a tratar. Profundiza en el conocimiento de las estructuras familiares y sus ciclos (Minuchin, Haley).

· Corriente Existencial: ubica el origen de gran parte del malestar psicológico en la obligación de afrontar (y la tendencia a evitar) los grandes temas universales del ser humano: la muerte, el aislamiento, la ausencia de sentido y la libertad. Yalom, Frankl o May la representan.

Cada una de estas corrientes posee su propio modelo explicativo de la mente, su interpretación acerca del origen de los síntomas, el tipo de relación ideal entre terapeuta y paciente, así como las estrategias para promover el cambio saludable. Todas estas corrientes, a pesar de su origen común, son diferentes e incluso a veces contradictorias entre sí. A pesar de esto todas han conseguido demostrar su eficacia terapéutica. ¿Cómo es esto posible? 

El enigma parece despejarse cuando comenzamos a centrarnos en lo que de común tienen todas ellas, en lugar de analizar sus diferencias y ponerlas a competir. Más allá de la letra pequeña de cada teoría, de si se emplea diván o espejo unidireccional, de si tratamos pacientes o clientes, subyace un tipo especial de conversación caracterizada por los siguientes factores comunes:

  1. La existencia de una explicación para el problema, al margen de su contenido.
  2. Un encuadre que define normas, tiempos y espacios para cada sesión.
  3. Una relación de confianza o alianza terapéutica.
  4. Un rito o serie de prácticas definidas y mutuamente aceptadas.
La Psicoterapia Integradora es la corriente que reconoce estos cuatro factores como el motor del cambio, adaptándolos a la versión del problema que el paciente trae a consulta. Esta versión unas veces estará centrada en sucesos del pasado, otras se fijará más en problemas de relación actuales, en conductas aprendidas... el terapeuta integrador es capaz de iniciar un tipo de conversación que analice esta versión dolorosa, muchas veces enquistada, aportando perspectiva y nuevos modos de experiencia que permitan la mejoría.

Al hablar de versiones asumimos que no existen verdades absolutas, y que el paciente es el experto en sí mismo, siendo el papel del terapeuta el de aportar su habilidad como conversador. La psicoterapia integradora, por tanto, recoge la sabiduría compartida por los pioneros de la psicoterapia para hacer un uso de su potencial terapéutico basado en el sentido común y en el consenso, siendo especialmente adecuada para aquellas personas que nunca han iniciado un tratamiento psicológico o aquellas que lo han hecho y se han sentido poco identificadas con lo que se hablaba en consulta.


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