domingo, 6 de octubre de 2013

¿Por qué debería ir al psiquiatra alguien como yo?


Nuestra mente forma parte de nuestro cuerpo, de nosotros mismos, pero a su vez es parte también del entorno que nos rodea. Cuando una persona se rompe una pierna está claro que no va a poder desenvolverse por sí misma, perdiendo una parte significativa de su libertad. Existen pocas dudas de que debe pedir ayuda al médico designado para tal fin. Lo que sucede es que este proceso de decisión lo hacemos gracias a la mente. Y en el caso de que el problema esté en la mente, o lo que es lo mismo, exista algún tipo de trastorno mental, la capacidad de autodetección se complica bastante.

Sin embargo, podemos sospechar que algo no va bien cuando:

  • Nuestras estrategias habituales para afrontar el malestar, sufrimiento, problemas de sueño, falta de apetito... no están dando resultado (cada uno las suyas: hacer deporte, yoga, salir a tomar algo con los amigos, el apoyo de nuestros seres queridos...)
  • Van apareciendo complicaciones en otros ámbitos de la vida: familia, pareja, trabajo, amistades...
  • Nuestros conocidos nos dicen que actuamos de forma diferente o nos avisan de un cambio de actitud; cosa que aunque nos pueda irritar o hacer pensar que no nos comprenden, muchas veces puede ser cierto.

El objetivo de acudir al psiquiatra puede ser el de aclarar una duda muy legítima: ¿Es normal esto que me pasa?. Ha de quedar claro que el paciente es el experto en sí mismo. Nadie mejor que él conoce su propia historia, deseos, motivaciones... Lo que sucede es que por estar inmerso en el problema suele perder la perspectiva, y lo mismo le pasa a la familia, que al estar implicada emocionalmente pierde a su vez la distancia necesaria. Por otro lado, la sociedad, sus tendencias y modas hacen que cada vez menos se compartan las experiencias con franqueza, y se creen mitos o expectativas que arrojan más confusión a nuestro entendimiento profundo. Por ejemplo, en España resulta muy difícil compartir un fracaso empresarial al no haber una cultura de emprendedores arraigada.

La labor del psiquiatra por lo tanto, es en primer lugar el psicodiagnóstico, es decir, responder a la persona que viene a consulta si es o no normal eso que le pasa. En ocasiones nos encontramos personas muy independientes y luchadoras que persisten en sus deseos de salir adelante con sus recursos, y que a pesar del progresivo deterioro de su salud viven el pedir ayuda como un fracaso. Pero también aparece el caso contrario: las personas más acostumbradas a reclamar ayuda de su entorno tienden a subestimar sus capacidades, y pareciera que demandan una solución ajena a sí mismos que desde el ámbito sanitario no se puede aportar.

Por ello, una única consulta con el tiempo suficiente para evaluar adecuadamente la situación global puede bastar para zanjar las dudas y tranquilizar al paciente acerca de lo apropiado de sus sensaciones, prescribir el tratamiento más adecuado si se requiere, y siempre orientar acerca del enfoque más adecuado del problema.

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