domingo, 21 de mayo de 2017

Monetes y psiquiatría

Lo prometido en Twitter también es deuda.

"La trampa para monos" es, con mucho, la entrada más visitada de este humilde blog. En ella usábamos una analogía para referirnos a un problema en realidad bastante humano: la dificultad que tenemos en muchas ocasiones para "soltar el plátano", abandonar aquella parte de nuestro sufrimiento que nos mantiene atrapados y nos impide retomar nuestras vidas para seguir avanzando.

Cuando "La trampa..." alcanzó las 3000 visitas pensamos que sería justo dedicar nuestra siguiente entrada a los primates no humanos, los grandes y pequeños simios: los monetes.

Si nos hemos hecho de rogar ha sido básicamente por el número de actividades en las que hemos participado durante estos últimos meses. En febrero asistimos a la séptima edición del siempre estimulante Seminario de Neurociencia Clínica de Segovia, donde se abordó el lenguaje humano desde diversas disciplinas. Posteriormente hemos seguido desarrollando las relaciones del lenguaje con la psicología y las neurociencias en el Grupo de Investigación en Neurociencia Clínica de Madrid. Mes a mes se han abordado en este foro temas tan estimulantes como la relación entre neurociencia y psicoanálisis o, más recientemente, el uso del grafeno como material favorable para inducir la neurogénesis de forma experimental.

Como colofón académico este mes de mayo asistiremos a la Iª Jornada de Evolución y Neurociencias, organizada por Pablo Malo (psiquiatra conocido por su blog homónimo Evolución y Neurociencias), así como Juan Medrano y José Uriarte (patas restantes del celebérrimo aunque extinto Txorri-Herri Medical Journal). La Jornada tendrá lugar el 26 de mayo en la Universidad de Deusto. Enlazamos aquí el programa.

Por estos dos motivos pensamos que este es el mejor momento para recordar, o quizás reivindicar, el importante papel que los simios juegan en la comprensión de la psicología normal y de la psicopatología humanas. Así que sí, puede decirse que hablaremos de psicología evolucionista


Nuestra foto de familia. Linneo llamó Primates (Primeros) a los animales más parecidos al humano. El resto de mamíferos fueron denominados Secundata. Los Homo Sapiens pertenecemos al subtipo de los antropoides carentes de cola.

1. La profecía de Darwin

Así se titula un magnífico libro con el que me topé al poco de tiempo de empezar la residencia de psiquiatría. En su contraportada descubrí la susodicha profecía:

"En un futuro lejano se abrirán campos para investigaciones muy importantes. La psicología estará asentada en nuevas bases, la adquisición gradual de cada capacidad mental. Se hará la luz en el origen del hombre y su historia." - Charles Darwin (El origen de las especies, 1859)

La psicología evolucionista se basa en la premisa de que el aparataje que sustenta las funciones mentales se ha originado a través del mismo proceso de evolución por selección natural que afecta al resto de los seres vivos y, por su puesto, a nuestra propia anatomía humana. Es decir, que la mente es fruto de la evolución.

Existirían módulos, algoritmos o mecanismos funcionales que permiten adaptarse mejor o peor a determinadas situaciones, a las exigencias concretas del entorno. Los animales cuyos módulos resultasen más ventajosos tendrían más probabilidades de sobrevivir y reproducirse, transmitiendo sus copias génicas a la siguiente generación. De esta manera, en función de los retos propios de cada nicho ecológico, se forjarían procesos mentales complejos como esa conducta tan humana de atiborrarnos de alimentos altamente calóricos en cuanto los tenemos a mano, dado lo infrecuente que ha sido el acceder a un suministro continuo de comida durante millones de años.

La primatóloga Jane Goodall
Esta forma de entender la mente y la conducta, que ahora nos puede parecer bastante obvia gracias a libros de divulgación como El mono desnudo, El mono Obeso, o programas de televisión (Redes, Yo Mono) nunca ha dejado de ser una idea polémica.

La psicología evolucionista ha sido criticada desde diferentes posturas, con muy diversos niveles de sofisticación. Tradicionalmente lo ha sido desde el prejuicio religioso (en la Europa victoriana y en el actual cinturón bíblico estadounidense) por considerar que la Teoría de la Evolución por Selección Natural atenta directamente contra la cosmovisión creacionista. En otras ocasiones la crítica llega desde determinadas posturas posmodernas o de estudios culturales por sospechar que invocar la biología en determinados ámbitos (normalmente morales) es condenar a la humanidad al determinismo, confundiendo describir con prescribir. Desde el margen de las ciencias naturales y la filosofía el debate científico actualmente se centra en la solidez o debilidad del concepto teórico de módulo a la hora de comprender cómo se podrían seleccionar efectivamente dichas funciones mentales.

Sea como sea, a las dificultades habituales en todo campo de conocimiento, se le suman algunos obstáculos adicionales que, en nuestra opinión, tienen que ver con esa ambivalencia que hemos demostrado siempre hacia nuestros hermanos primates. Animales tan peligrosamente parecidos a nosotros que desatan la hilaridad cuando los contemplamos desde nuestra suficiencia tecnológica y provocan nuestro rechazo cuando alguien osa compararlos seriamente con nosotros, cuando raramente supondría motivo de enfado el ser comparado, por ejemplo, con una hormiga.

Pero a lo que íbamos: ¿qué han aportado los monos al estudio de la mente humana?

2. Monos pioneros.

Las exigencias éticas en investigación cambian como lo hace la sensibilidad moral de la sociedad, lenta pero imparablemente. Actualmente sería impensable llevar a cabo los experimentos de Harlow, realizados en la década de los 60.

Harry Harlow
Este psicólogo británico quiso contrastar las teorías sobre la conducta de apego desarrolladas por Bowlby, Mary Ainsworth y otros. Se denomina conducta de apego a aquella que una cría pone en marcha tras ser separado de la figura materna. Normalmente el animal busca la proximidad con la madre (o figura materna) y se resiste a su separación. Esto aumentaría sus probabilidades de supervivencia en las primeras etapas de la vida. En caso de separar experimentalmente a cría y madre generalmente la cría se inquietará e inhibirá su conducta. Pero lo verdadermante importante será lo que suceda luego. Las experiencias de deprivación materna, tal y como propuso Bowlby y confirmó Harlow, influyen en los patrones de conducta que persistirán en la etapa adulta, condicionando, por ejemplo, la capacidad para explorar con seguridad el entorno.

En el siguiente video se nos muestran algunos de los experimentos que Harlow puso en marcha con Macacos Rhesus, haciendo patente algo fundamental: para los primates el vínculo afectivo consituye una necesidad de primer orden, en ocasiones más importante que el alimento. Los efectos de la deprivación maternal o directamente el aislamiento social prolongado se demostraron devastadores, induciendo a la pasividad cuasicatatónica o a la evitación de estímulos a pesar del retorno a las condiciones iniciales.



La creciente preocupación por el bienestar de los animales así como la llegada de las videograbaciones, con equipos ténicos de creciente calidad y la posibilidad de hacer infiltraciones efectivas sobre el terreno, permitieron que experimentos como los de Harlow quedaran obsoletos. Zoólogos, etólogos, primatólogos comenzaron a llevar a cabo interesantes estudios de campo, como los popularizados por Jane Goodall. Esto supuso un avance decisivo, en la medida en que comenzamos a ser capaces de observar la conducta de los animales en su hábitat natural, llegando a presenciar situaciones antaño tenidas por patrimonio exclusivo del animal humano:





3. Ser mono, hoy

Los monetes está de moda. Hoy en día es fácil apreciar el interés que despiertan en el conjunto de la sociedad la primatología y la etología comparada. La relaciones en el mundo corporativo se leen mejor en términos de jerarquías dinámicas, rituales de acicalamiento y coaliciones. 

Comenzamos a comprender que las bases de lo que llamamos moral pueden tener asiento en emociones prosociales ya presentes en forma de protomoral en muchos primates. No en vano, probablemente uno de los autores más citados de los últimos años sea el holandés Frans de Waal, quien no solo es uno de los mayores expertos en Bonobos del mundo, sino que es el responsable directo de la enorme popularidad que ha ganado este "primo hedonista" del chimpancé.

A medida que hemos ido conociendo mejor a los diferentes primates, perfilando sus similitudes, pero también sus diferentes capacidades, el tamaño de sus bandas y cuadrillas, la estructura jerárquica de sus grupos, hemos ido descubriendo con una mezcla de asombro e inquietud que cada vez quedan menos parcelas de la conducta que los humanos podamos reclamar como exclusivas de nuestra especie.

Esto tiene repercusiones directas para el entendimiento de nosotros mismos. Actualmente una de las fronteras calientes de la disciplina, que además nos resulta de enorme interés a algunos profesionales de la salud mental humana, es el campo de la cognición animal. La cognición se entiende como la transformación mental de la información sensorial en conocimiento del entorno, y la aplicación flexible del mismo.

Vía: http://www.animalfactsencyclopedia.com/
Ser capaces de entender que cada especie se adapta a las condiciones de su entorno a través de picos de especialización nos permite ir abandonando la visión antropocéntrica de que el ser humano es la cúspide y la medida del resto de la existencia. Si somos capaces de comparar los diferentes picos de especialización cognitiva de nuestros semejantes quizás lleguemos a descubrir cuál es el nuestro (¿lenguaje simbólico?), en qué condiciones se generó y a qué desafíos particulares le permitió responder. Conocer esta base es un prerrequisito imprescindible para poder entender la cultura, que aparece como una extensión fenotípica, y no una herramienta independiente de nuestra biología.

Porque, como ya dijo Darwin, la diferencia de inteligencia entre el hombre y el resto de animales es principalmente de escala, y no de clase, como nos sugiere este video:



Hoy los monetes son esos primos lejanos que creíamos perdidos pero a los que hemos sido capaces de reencontrar. Y si aprendemos a hacerles las preguntas adecuadas, con actitud abierta y con humildad, quizás podrán contarnos algún que otro secreto familiar.

Estos han sido algunos retazos a propósito de un campo apasionante y sus vínculos con la psicología. Después del congreso de esta semana probablemente dediquemos otro post a comentar algunas de las intervenciones que más nos hayan impactado.

Os dejamos con un poco de música, a modo de homenaje a la monomanía, el improbable punto donde la etología y la psicopatología (Esquirol) tal vez se dan la mano:



Lecturas recomendadas:
· Introducción a la PsiquiatríaEvolucionista (Pablo Malo, Juan Medrano, José J. Uriarte)
· El Bonobo y los diez mandamientos (Frans de Waal)
· ¿Tenemos suficiente inteligencia para entender la inteligencia de los animales? (Frans de Waal)
· La Profecía de Darwin (Julio Sanjuán y Camilo José Cela Conde, coord.)

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