"La
trampa para monos" es, con mucho, la entrada más visitada
de este humilde blog. En ella usábamos una analogía para referirnos
a un problema en realidad bastante humano: la dificultad que
tenemos en muchas ocasiones para "soltar el plátano",
abandonar aquella parte de nuestro sufrimiento que nos mantiene
atrapados y nos impide retomar nuestras vidas para seguir avanzando.
Cuando "La trampa..." alcanzó
las 3000 visitas pensamos que sería justo dedicar nuestra siguiente
entrada a los primates no humanos, los grandes y pequeños simios:
los monetes.
Si nos hemos hecho de rogar ha sido
básicamente por el número de actividades en las que hemos
participado durante estos últimos meses. En febrero asistimos a la
séptima
edición del siempre estimulante Seminario de Neurociencia Clínica
de Segovia, donde se abordó el lenguaje humano desde diversas
disciplinas. Posteriormente hemos seguido desarrollando las
relaciones del lenguaje con la psicología y las neurociencias en el
Grupo
de Investigación en Neurociencia Clínica de Madrid. Mes a mes
se han abordado en este foro temas tan estimulantes como la relación
entre neurociencia y psicoanálisis o, más recientemente, el uso del
grafeno como material favorable para inducir la neurogénesis de
forma experimental.
Como colofón académico este mes de
mayo asistiremos a la Iª Jornada de Evolución y Neurociencias,
organizada por Pablo Malo (psiquiatra conocido por su blog homónimo
Evolución
y Neurociencias), así como Juan Medrano y José Uriarte (patas
restantes del celebérrimo aunque extinto Txorri-Herri Medical
Journal). La Jornada tendrá lugar el 26 de mayo en la Universidad de
Deusto. Enlazamos aquí el
programa.
Por estos dos motivos pensamos que este
es el mejor momento para recordar, o quizás reivindicar, el
importante papel que los simios juegan en la comprensión de la
psicología normal y de la psicopatología humanas. Así que sí,
puede decirse que hablaremos de psicología evolucionista
1. La profecía de Darwin
Así se titula un magnífico libro con
el que me topé al poco de tiempo de empezar la residencia de
psiquiatría. En su contraportada descubrí la susodicha profecía:
"En un futuro
lejano se abrirán campos para investigaciones muy importantes. La
psicología estará asentada en nuevas bases, la adquisición gradual
de cada capacidad mental. Se hará la luz en el origen del hombre y
su historia." - Charles Darwin (El origen de las especies,
1859)
La psicología evolucionista se basa en
la premisa de que el aparataje que sustenta las funciones mentales se
ha originado a través del mismo proceso de evolución por selección
natural que afecta al resto de los seres vivos y, por su puesto, a
nuestra propia anatomía humana. Es decir, que la mente es fruto
de la evolución.
Existirían módulos, algoritmos o
mecanismos funcionales que permiten adaptarse mejor o peor a
determinadas situaciones, a las exigencias concretas del entorno. Los
animales cuyos módulos resultasen más ventajosos tendrían más
probabilidades de sobrevivir y reproducirse, transmitiendo sus copias
génicas a la siguiente generación. De esta manera, en función de
los retos propios de cada nicho ecológico, se forjarían procesos
mentales complejos como esa conducta tan humana de atiborrarnos de
alimentos altamente calóricos en cuanto los tenemos a mano, dado lo
infrecuente que ha sido el acceder a un suministro continuo de comida
durante millones de años.
La primatóloga Jane Goodall |
Esta forma de entender la mente y la
conducta, que ahora nos puede parecer bastante obvia gracias a libros
de divulgación como El mono desnudo, El mono Obeso, o programas de
televisión (Redes, Yo Mono) nunca ha dejado de ser una idea
polémica.
La psicología evolucionista ha sido
criticada desde diferentes posturas, con muy diversos niveles de
sofisticación. Tradicionalmente lo ha sido desde el prejuicio
religioso (en la Europa victoriana y en el actual cinturón
bíblico estadounidense) por considerar que la Teoría de la
Evolución por Selección Natural atenta directamente contra la
cosmovisión creacionista. En otras ocasiones la crítica llega desde
determinadas posturas posmodernas o de estudios culturales por
sospechar que invocar la biología en determinados ámbitos
(normalmente morales) es condenar a la humanidad al determinismo,
confundiendo describir con prescribir. Desde el margen de las
ciencias naturales y la filosofía el debate científico actualmente
se centra en la solidez o debilidad del concepto teórico de módulo
a la hora de comprender cómo se podrían seleccionar efectivamente
dichas funciones mentales.
Sea como sea, a las dificultades
habituales en todo campo de conocimiento, se le suman algunos
obstáculos adicionales que, en nuestra opinión, tienen que ver con
esa ambivalencia que hemos demostrado siempre hacia nuestros
hermanos primates. Animales tan peligrosamente parecidos a
nosotros que desatan la hilaridad cuando los contemplamos desde
nuestra suficiencia tecnológica y provocan nuestro rechazo cuando
alguien osa compararlos seriamente con nosotros, cuando raramente
supondría motivo de enfado el ser comparado, por ejemplo, con una
hormiga.
Pero a lo que íbamos: ¿qué han
aportado los monos al estudio de la mente humana?
2. Monos pioneros.
Las exigencias éticas en investigación
cambian como lo hace la sensibilidad moral de la sociedad, lenta pero
imparablemente. Actualmente sería impensable llevar a cabo los
experimentos de Harlow, realizados en la década de los 60.
Harry Harlow |
Este psicólogo británico quiso
contrastar las teorías sobre la conducta de apego desarrolladas por
Bowlby, Mary Ainsworth y otros. Se denomina conducta de apego a
aquella que una cría pone en marcha tras ser separado de la figura
materna. Normalmente el animal busca la proximidad con la madre
(o figura materna) y se resiste a su separación. Esto aumentaría
sus probabilidades de supervivencia en las primeras etapas de la
vida. En caso de separar experimentalmente a cría y madre
generalmente la cría se inquietará e inhibirá su conducta. Pero lo
verdadermante importante será lo que suceda luego. Las
experiencias de deprivación materna, tal y como propuso Bowlby y
confirmó Harlow, influyen en los patrones de conducta que
persistirán en la etapa adulta, condicionando, por ejemplo, la
capacidad para explorar con seguridad el entorno.
En el siguiente video se nos muestran
algunos de los experimentos que Harlow puso en marcha con Macacos
Rhesus, haciendo patente algo fundamental: para los primates el
vínculo afectivo consituye una necesidad de primer orden, en
ocasiones más importante que el alimento. Los efectos de la
deprivación maternal o directamente el aislamiento social prolongado
se demostraron devastadores, induciendo a la pasividad
cuasicatatónica o a la evitación de estímulos a pesar del retorno
a las condiciones iniciales.
La
creciente preocupación por el bienestar de los animales así como la
llegada de las videograbaciones, con equipos ténicos de creciente calidad y la
posibilidad de hacer infiltraciones efectivas sobre el terreno,
permitieron que experimentos como los de Harlow quedaran obsoletos.
Zoólogos, etólogos, primatólogos comenzaron a llevar a cabo
interesantes estudios de campo, como
los popularizados por Jane Goodall.
Esto supuso un avance decisivo,
en la medida en que comenzamos a ser capaces de observar la
conducta de los animales en su hábitat natural,
llegando a presenciar situaciones antaño tenidas por patrimonio
exclusivo del animal humano:
3. Ser mono, hoy
Los monetes está de moda. Hoy en día
es fácil apreciar el interés que despiertan en el conjunto de la
sociedad la primatología y la etología comparada. La relaciones en
el mundo corporativo se leen mejor en términos de jerarquías
dinámicas, rituales de acicalamiento y coaliciones.
Comenzamos a
comprender que las bases de lo que llamamos moral pueden tener
asiento en emociones prosociales ya presentes en forma de protomoral
en muchos primates. No en vano, probablemente uno de los autores más
citados de los últimos años sea el holandés Frans de Waal,
quien no solo es uno de
los mayores expertos en Bonobos del mundo, sino que es el responsable
directo de la enorme popularidad que ha ganado este "primo
hedonista" del chimpancé.
A medida que hemos ido conociendo mejor
a los diferentes primates, perfilando sus similitudes, pero también
sus diferentes capacidades, el tamaño de sus bandas y cuadrillas, la
estructura jerárquica de sus grupos, hemos ido descubriendo con una
mezcla de asombro e inquietud que cada vez quedan menos parcelas
de la conducta que los humanos podamos reclamar como exclusivas de
nuestra especie.
Esto tiene repercusiones directas para
el entendimiento de nosotros mismos. Actualmente una de las
fronteras calientes de la disciplina, que además nos resulta de
enorme interés a algunos profesionales de la salud mental humana, es
el campo de la cognición animal. La cognición se entiende
como la transformación mental de la información sensorial en
conocimiento del entorno, y la aplicación flexible del mismo.
Vía: http://www.animalfactsencyclopedia.com/ |
Ser capaces de entender que cada
especie se adapta a las condiciones de su entorno a través de picos
de especialización nos permite ir abandonando la visión
antropocéntrica de que el ser humano es la cúspide y la medida del
resto de la existencia. Si somos capaces de comparar los diferentes
picos de especialización cognitiva de nuestros semejantes quizás
lleguemos a descubrir cuál es el nuestro (¿lenguaje simbólico?),
en qué condiciones se generó y a qué desafíos particulares le
permitió responder. Conocer esta base es un prerrequisito
imprescindible para poder entender la cultura, que aparece como una
extensión fenotípica, y no una herramienta independiente de nuestra
biología.
Porque, como ya dijo Darwin, la
diferencia de inteligencia entre el hombre y el resto de animales es
principalmente de escala, y no de clase, como nos sugiere este video:
Hoy los monetes son esos primos lejanos
que creíamos perdidos pero a los que hemos sido capaces de
reencontrar. Y si aprendemos a hacerles las preguntas adecuadas, con
actitud abierta y con humildad, quizás podrán contarnos algún que
otro secreto familiar.
Estos han sido algunos retazos a
propósito de un campo apasionante y sus vínculos con la psicología. Después del congreso de esta semana
probablemente dediquemos otro post a comentar algunas de las
intervenciones que más nos hayan impactado.
Os dejamos con un poco de música, a
modo de homenaje a la monomanía, el improbable punto donde la
etología y la psicopatología (Esquirol) tal vez se dan la mano:
Lecturas recomendadas:
· Introducción a la PsiquiatríaEvolucionista (Pablo Malo, Juan Medrano, José J. Uriarte)
· El Bonobo y los diez mandamientos
(Frans de Waal)
· ¿Tenemos suficiente inteligencia
para entender la inteligencia de los animales? (Frans de Waal)
· La Profecía de Darwin (Julio
Sanjuán y Camilo José Cela Conde, coord.)
· La Nueva Ilustración Evolucionista
(blog)
· Evolución y Neurociencias (blog)
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